miércoles, 15 de octubre de 2014
Similitud entre el Monstruo de Frannkstein y un ordenador.
Buena pregunta. Ehm, dejando a parte la consideración filosófica aquélla que enmarcaba el subtítulo de la obra original (eso de "el moderno Prometeo" y demás), ya que no me lo he leído y tampoco es plan de hacer referencias a malas películas de mitología griega, voy a centrarme en la idea de un nuevo elemento que a su vez se compone de otros elementos. ¿Elementocepcion? Nope.
Vamos a empezar por el comienzo, que nunca es mala idea. Más allá de lenguaje computacional, arquitectura de hardware, historia de la programación, Turing, Wozniak, Torvalds y otras pedanterías, la idea a la que me dirijo es que, en su origen, el ordenador que conocemos no era ni remotamente como lo que hoy tenemos en nuestro salón/cuarto. Y tampoco me refiero al tamaño, por mucho que pueda importar, no nos engañemos.
Como decía, cuando el ordenador comenzó a existir, todo era un complejo de mecanismos que interactuaban entre sí mediante una serie de lenguaje lógico matemático. Pero vamos a su parte más externa: si damos un salto importante y nos plantamos en mitad de la década de los años 80, vemos que poco a poco los fabricantes no desechan la idea de desarrollar piezas completas que sean compatibles entre diferentes terminales. Exceptuando algún fabricante concreto, ehem, vemos como la idea de un ordenador personal que podamos "perfeccionar", mejorar, tiene cada vez más éxito sin necesidad de que todo software e incluso hardware tenga que tener un visto bueno por parte del fabricante. Y hasta hoy.
Es aquí donde encuentro esa similitud con el conocido monstruo de Frankenstein: tenemos nuestra colección de piezas que al conectarlas entre sí conforman un aparato capaz de adecuarse a nuestras necesidades y aficiones, con el cual podemos comunicarnos con el mundo, entretenernos y hasta más de uno, ganarse un sueldo.
Así hemos llegado a lo que hoy llamamos "ordenador": un monstruo de la tecnología salido de la mente humana, creado para hacer que nuestra vida sea perfecta, cuestionando en ocasiones la misma existencia de un dios.
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